Dubái, uno de los siete Emiratos Árabes Unidos, ha pasado en pocas décadas de ser un pequeño pueblo pesquero a convertirse en una de las ciudades más futuristas y lujosas del mundo. Su crecimiento vertiginoso ha sido impulsado por la riqueza petrolera, pero también por una audaz visión económica y turística que la ha posicionado como un epicentro global de negocios, tecnología, arquitectura y entretenimiento.
Entre sus principales atracciones se encuentra el Burj Khalifa, el rascacielos más alto del mundo, desde cuya cima se obtiene una vista panorámica inigualable del desierto y el Golfo Pérsico. Otro punto imperdible es el Dubai Mall, no solo un centro comercial gigante, sino un complejo de entretenimiento con acuario, pista de hielo y cientos de tiendas de marcas exclusivas.
Dubái es, en esencia, un escenario de extremos: desierto y rascacielos, tradición y vanguardia, lujo y sacrificio. Un laboratorio urbano que desafía las fronteras del desarrollo humano en uno de los entornos más inhóspitos del planeta.