La xilografía nació del silencio de la madera.
La xilografía es una técnica de impresión y grabado en relieve en la que una imagen o texto se talla a mano sobre una plancha de madera. El término proviene de las palabras griegas xylon (madera) y graphein (grabar o escribir).

Proceso de la xilografía
Preparación del bloque: El artista alisa una plancha de madera y dibuja o transfiere
sobre ella el diseño deseado.
Tallado: Se usan herramientas especiales como gubias y buriles para tallar la madera. Se
retiran
las partes que no deben imprimirse, dejando en relieve las áreas que formarán la imagen
final.
Entintado: Se aplica tinta sobre la superficie elevada del bloque, generalmente con un
rodillo.
Impresión: Se coloca un papel sobre el bloque entintado y se aplica presión de manera
uniforme,
ya sea a mano o con una prensa. La tinta se transfiere solo de las áreas elevadas al papel.
Resultado: El resultado es una estampa que reproduce la imagen tallada, con las partes
hundidas
sin tinta, dejando el color del papel.
Cararcterísticas
Origen: Es una de las formas de impresión más antiguas, con sus orígenes en China y
Japón, y se
popularizó en Europa durante el siglo XV.
Multiplicidad: Permite reproducir la misma imagen en múltiples copias, lo que la
convirtió en un
método para la producción en masa antes de la era digital.
Apariencia distintiva: La xilografía se caracteriza por líneas a menudo gruesas y una
textura
expresiva, resultado de la naturaleza de la talla en madera.
Legado artístico: Ha sido utilizada por artistas a lo largo de la historia, como el
japonés
Hokusai y el alemán Alberto Durero, para crear ilustraciones de libros e impresiones artísticas.

Un arte que resiste al tiempo
Es un arte que resiste al tiempo, una conversación entre la materia y el espíritu. Aún hoy, cuando las pantallas dominan la mirada, hay quien vuelve al taller, al olor de la tinta, al crujido de la madera.

Algo más que una imagen
Porque en cada grabado hay algo más que una imagen:
hay un pulso, una memoria,
una historia que vuelve a imprimirse,
una y otra vez,
como si el árbol siguiera hablando.