Por Rachel Théodore, Doctora en Estudios Políticos.
Hay que reconocer que Donald Trump hace un coming-back histórico. La victoria es un tsunami rojo. El resultado es incontestable. Los republicanos están a pasos de controlar todos los poderes, que es problemático porque no habrá contrapeso del Congreso por dos años hasta las mid-terms.
En lo concreto, Trump tendrá todos los poderes para poder hacer todas las reformas que quiera en los proximos dos años. Nos esperan días realmente convulsionados. Luego puede ser que se calme porque se le acabará el mandato.
Trump ganó en las minorías étnicas y en todas partes, una verdadera revolución.
Hay
bastiones demócratas que perdieron mucha fuerza o bien se cambiaron a republicanos.
El voto latino hacia
Trump fue en base a factores raciales y conservadores. Es un voto católico, anti
aborto y anti-socialismo.
Donald Trump es el síntoma de que algo pasa a nivel mundial. Canaliza un descontento anti-elites y anti-establishment que desde Occupy Wall Street ha aumentado en un 99%. Es una paradoja completa porque no hay más elite que Trump, pero eso es la fuerza del discurso populista.
Uno de los grandes factores de la victoria de Trump es que los demócratas son, en mi
opinión, la sombra de si mismos. Yo que siempre he votado por los demócratas, estoy muy
decepcionada de cómo ha evolucionado el partido y como manejaron las cosas.
Biden debió retirarse muchísimo antes. Harris no fue nominada democráticamente,
sino por la Convención a unos meses de la elección y eso pesó para el electorado. Aunque
me encantaría que haya una mujer presidenta, no creo que Harris haya sido la mejor
elección posible.
La campaña de Harris no se centró en un discurso universalista del tipo Obama que podía
generar una sinergia, sino más bien un “comunitarismo” a lo Melenchon en Francia, que
aspiraba a capturar minorías, comunidades y franjas izquierdas. Es un problema mundial de
la izquierda.
Tal vez peor, los demócratas flirtearon con los neoconservadores, Dick Cheney etc, que
fueron
responsables del desastre en Irak y Afganistán. Esto alimentó el fuego de los
anti-guerras y el espectro de que Harris está en las manos del complejo
militar-industrial. Pésima movida.
Hay mucha inflación en EE.UU donde los precios de viviendas y de
compras básicas han aumentado muchísimo desde 2020. La crisis de la vivienda era el gran
argumento de los republicanos para criticar a Biden y recuperar el “voto económico”.
El voto de esta elección es un castigo a las políticas económicas que miran más los
datos de Wall Street
que del trabajador común: los demócratas estaban más preocupados por el tema del crecimiento
económico que de la inflación y los costos de vida. ¡43 millones de personas están
debajo del umbral
de la pobreza!
La crisis en Gaza atisbó la idea de que Harris representaba el legado de
Biden en cuanto al apoyo a Israel, que está muy cuestionado y que les jugó en
desfavor en ciertos condados.
La crisis en Ucrania es un paisaje lejano para el elector de EE.UU. Para muchos, es
gastar plata para nada y no sirve a los intereses del país. Hay una fuerza de
repliegue nacionalista en donde encaja Trump y que explica por qué esto no pesó
tanto en la decisión nacional.
Ahora, en el tema de Ucrania, sigo pensando, a contrario de mucha gente, que Trump
nos puede sorprender en la salida de la crisis, pero no entraré en
detalles acá. Estaré mirando lo que pasa en los próximos meses
con detenida atención.
Mucho más grave es la crisis en Israel. Netanyahu solo esperaba la victoria de Trump
para poder soltar las riendas, puesto que los conservadores religiosos apoyan a
Israel. Es casi seguro que anexarán la franja de Gaza a Israel.
Es la muerte del Estado Palestino. Un horror.